Lactancia materna
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Lactancia materna
Hoy en día ya no cabe ningún tipo de duda acerca de que la lactancia materna es el mejor alimento que puede recibir un recién nacido. Permite un ideal desarrollo cerebral, fomenta el vínculo materno, facilita el paso de defensas de la madre al recién nacido y además su composición se adapta a las necesidades del niño. ¿Aún te quedan dudas?
Recuerda entonces que es el alimento más natural que existe para tu hijo y que tienes además la enorme ventaja de su fácil disponibilidad. ¡Y por si fuera poco, se han descrito decenas de enfermedades de los niños frente a las que ofrece protección, desde la muerte súbita del lactante hasta el asma infantil! ¿Aún no estás convencida? Sigue leyendo y descubrirás lo fácil que es superar la mayoría de los “miedos” o “mitos” asociados a la lactancia materna…
Lo normal es que ya te hayan comentado muchos aspectos sobre cómo darle el pecho a tu niño en las clases de preparación al parto o incluso tras este. Entonces sabrás que el mejor momento de iniciar la lactancia materna es en el postparto inmediato, en cuanto te sientas cómoda para hacerlo. Es cierto que tras las primeras horas suele venir un periodo un poco más “frustrante” de uno o dos días, donde suelen encontrarse “inconvenientes” como que parece que sale poca leche o el niño no se coge bien al pecho…
¡…pues no desesperes! Esta situación es completamente normal, le pasa a todas las madres y no significa que estés haciendo nada mal. Salvo indicación médica, lo ideal es que pongas a tu retoño a tomar las veces que haga falta. Esa poca leche inicial (conocida como “calostro”) suele ser suficiente para alimentar al niño durante los primeros dos días de vida. En cuanto pasen esas dudas iniciales notarás cómo “te sube la leche”, que es como tradicionalmente se expresa en términos coloquiales el hecho de que tu organismo está siendo capaz de responder al estímulo que tu hijo produce en tu organismo mediante la succión del pecho.
Eso sí, antes de la toma recuerda que la higiene de las mamas es tan fundamental como sencilla de llevar a cabo: dúchate de forma habitual pero procurando no aplicar sustancias que resequen ni el pezón ni la areola, pues entonces pueden aparecer grietas. El resto del día es suficiente con que tengas el pecho limpio y seco, y no es necesario lavarlo continuamente para evitar precisamente la aparición de las dolorosas grietas.
Para dar la toma lo ideal sería que buscaras una posición cómoda y estuvieras lo más relajada posible. Cuanto más cómoda estés tú, más cómodo estará el bebé, que debe tener su cabecita claramente enfrentada a tu areola, también en una postura relajada.
Recuerda que los primeros días no conviene ser rígido con los horarios, estos los regularizará el propio niño a partir de los 7-10 días. Lo normal es que cuanto más succione más notes que tienes leche, pues la succión del pezón produce el estímulo hormonal necesario para la secreción de leche.
Así, irás notando que a los pocos días el niño aguanta intervalos de unas tres horas aproximadamente, y sobre las tres semanas de vida empieza a aguantar más tiempo por las noches (es lo que se conoce como “pausa nocturna”). Es raro que tengas que despertar a tu bebé para darle de comer. Si duerme un poco más de la cuenta, probablemente se despierte con mucha hambre. Pero recuerda que en determinadas situaciones, como en las de bajo peso, sí puede ser útil hacerlo, por indicación de tu pediatra.
Lo normal es que la toma dure unos 10 a 15 minutos en cada pecho, aunque con el tiempo se va reduciendo la duración. Si decides darle ambos pechos en cada toma, intenta que al menos uno de ellos se vacíe completamente, pues la parte final de la toma contiene más grasas (por lo que el niño se queda más satisfecho) y además se estimula más la producción de leche.
Lactancia materna
Hoy en día ya no cabe ningún tipo de duda acerca de que la lactancia materna es el mejor alimento que puede recibir un recién nacido. Permite un ideal desarrollo cerebral, fomenta el vínculo materno, facilita el paso de defensas de la madre al recién nacido y además su composición se adapta a las necesidades del niño. ¿Aún te quedan dudas?
Recuerda entonces que es el alimento más natural que existe para tu hijo y que tienes además la enorme ventaja de su fácil disponibilidad. ¡Y por si fuera poco, se han descrito decenas de enfermedades de los niños frente a las que ofrece protección, desde la muerte súbita del lactante hasta el asma infantil! ¿Aún no estás convencida? Sigue leyendo y descubrirás lo fácil que es superar la mayoría de los “miedos” o “mitos” asociados a la lactancia materna…
Lo normal es que ya te hayan comentado muchos aspectos sobre cómo darle el pecho a tu niño en las clases de preparación al parto o incluso tras este. Entonces sabrás que el mejor momento de iniciar la lactancia materna es en el postparto inmediato, en cuanto te sientas cómoda para hacerlo. Es cierto que tras las primeras horas suele venir un periodo un poco más “frustrante” de uno o dos días, donde suelen encontrarse “inconvenientes” como que parece que sale poca leche o el niño no se coge bien al pecho…
¡…pues no desesperes! Esta situación es completamente normal, le pasa a todas las madres y no significa que estés haciendo nada mal. Salvo indicación médica, lo ideal es que pongas a tu retoño a tomar las veces que haga falta. Esa poca leche inicial (conocida como “calostro”) suele ser suficiente para alimentar al niño durante los primeros dos días de vida. En cuanto pasen esas dudas iniciales notarás cómo “te sube la leche”, que es como tradicionalmente se expresa en términos coloquiales el hecho de que tu organismo está siendo capaz de responder al estímulo que tu hijo produce en tu organismo mediante la succión del pecho.
Eso sí, antes de la toma recuerda que la higiene de las mamas es tan fundamental como sencilla de llevar a cabo: dúchate de forma habitual pero procurando no aplicar sustancias que resequen ni el pezón ni la areola, pues entonces pueden aparecer grietas. El resto del día es suficiente con que tengas el pecho limpio y seco, y no es necesario lavarlo continuamente para evitar precisamente la aparición de las dolorosas grietas.
Para dar la toma lo ideal sería que buscaras una posición cómoda y estuvieras lo más relajada posible. Cuanto más cómoda estés tú, más cómodo estará el bebé, que debe tener su cabecita claramente enfrentada a tu areola, también en una postura relajada.
Recuerda que los primeros días no conviene ser rígido con los horarios, estos los regularizará el propio niño a partir de los 7-10 días. Lo normal es que cuanto más succione más notes que tienes leche, pues la succión del pezón produce el estímulo hormonal necesario para la secreción de leche.
Así, irás notando que a los pocos días el niño aguanta intervalos de unas tres horas aproximadamente, y sobre las tres semanas de vida empieza a aguantar más tiempo por las noches (es lo que se conoce como “pausa nocturna”). Es raro que tengas que despertar a tu bebé para darle de comer. Si duerme un poco más de la cuenta, probablemente se despierte con mucha hambre. Pero recuerda que en determinadas situaciones, como en las de bajo peso, sí puede ser útil hacerlo, por indicación de tu pediatra.
Lo normal es que la toma dure unos 10 a 15 minutos en cada pecho, aunque con el tiempo se va reduciendo la duración. Si decides darle ambos pechos en cada toma, intenta que al menos uno de ellos se vacíe completamente, pues la parte final de la toma contiene más grasas (por lo que el niño se queda más satisfecho) y además se estimula más la producción de leche.
Etiquetas:
1.0. Recién Nacidos,
1.1. Lactantes,
2.1. Desarrollo y Niño Sano
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