Tratamiento de la fiebre

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¿Es mala la fiebre?
Querido papá o mamá, tranquilos: la fiebre no es una enfermedad en sí, forma parte de la respuesta del cuerpo del niño ante un proceso, generalmente una infección. Sí es cierto que es la señal más común de enfermedad en los niños, por lo que debe ser atendida y, desde luego, valorada siempre por un pediatra.



Lo primero es distinguir la fiebre de la denominada “hipertermia”. La fiebre es una respuesta controlada del organismo ante un estímulo negativo, como una infección viral. Se produce porque determinadas células defensivas liberan unas sustancias que ordenan al cerebro que aumente la temperatura interior del cuerpo (por eso sentimos frío cuando nos sube la fiebre). Sin embargo, la hipertermia es un aumento descontrolado de la temperatura por otra causa, como por ejemplo abrigar en exceso a un bebé o un golpe de calor.

Cuando un niño tiene fiebre, siente frío: por eso la piel se pone de color claro, los músculos tiritan y el niño no suda. ¡Intenta ahorrar calor, ya que siente frío! Sin embargo, en el golpe de calor el niño sí que siente calor, por lo que la piel se pone muy colorada y suda muchísimo.

Por lo general la fiebre no es mala en sí misma, mientras que la hipertermia sí que lo es. La fiebre es muy raro que pase de los 41,1ºC, ya que normalmente el cuerpo se regula para que la temperatura no pase de ahí. En caso de aumentar por encima, puede que el niño esté falto de agua (deshidratado) además de tener fiebre. Pero una sospecha de hipertermia (temperatura mayor de 41ºC con el niño colorado o muy sudoroso, por ejemplo) siempre debe ser atendida en un centro hospitalario.

Lo que sí parece es que la fiebre ayuda al cuerpo del niño a defenderse de las infecciones, pues ayuda a combatir a los microorganismos y estimula la fabricación de defensas, pero por desgracia esto aún no ha podido ser comprobado definitivamente en el ser humano.

Cada niño tolera la fiebre de forma distinta: algunos, a 40ºC, estarán contentos y jugando. Otros, con poco más de 38ºC, estarán irritables y molestos. Por lo general, los lactantes la tolerarán mejor que los niños mayores. En todo caso, es importante que el tratamiento consiga que el niño se encuentre mejor.

En algunos casos, la fiebre puede desencadenar lo que se llaman “convulsiones febriles” en niños de entre 6 meses y 5 años. Pueden aparecer hasta en el 3% de los niños (lo que significa que la inmensa mayoría -el 97%- nunca las padecerán). Estas “convulsiones” suelen durar unos pocos minutos y, aunque son muy llamativas y alarmantes, generalmente no suelen ser perjudiciales ni dejan ningún tipo de secuelas, aunque siempre deben ser valoradas por un pediatra para así establecerlo. En todo caso, estas “convulsiones febriles” pueden presentarse aún con temperaturas bajas, por lo que sólo se deberían prevenir en los niños que ya las hayan presentado previamente alguna vez, y siempre tras valoración por un pediatra.

¿Qué es fiebre?
La respuesta es sencilla: podemos considerar que un niño tiene fiebre cuando su temperatura, correctamente medida, supera los 38ºC. Hay que recordar que se considera normal una temperatura corporal de entre 36ºC y 37,9ºC, ya que depende de la edad y la hora del día a que se tome. Así, los niños más pequeños suelen tener más temperatura que los mayores, y el cuerpo tiene más temperatura a última hora de la tarde e inicio de la noche que de madrugada o por la mañana.

De todas formas, recuerda que si el niño tiene menos de 1 ó 2 meses, es poco probable que presente fiebre aunque tenga una infección, por lo que es importante vigilar otros síntomas que nos indiquen infección, como mal color, falta de fuerzas o de apetito, por ejemplo.

¿Cómo se trata la fiebre?
Recuerda que la fiebre no es una enfermedad en sí. No es útil medir constantemente la temperatura de un niño, ya que esto no hará que disminuya. Es más importante mantener al niño bien hidratado (es decir, que beba líquidos) y en un ambiente agradable, quitándole las mantas y mejorando la circulación del aire en la habitación en la que está y sobre todo, vigilar los signos que el pediatra describa como de aviso de riesgo de una infección grave.

En cuanto a los fármacos, recuerda que siempre los debe mandar un pediatra, pues las dosis se ajustan por peso y dentro de unos rangos. Como norma general se suele mandar paracetamol (Apiretal) e ibuprofeno (Dalsy, Junifén), ambos jarabes muy utilizados en la edad pediátrica. El paracetamol se tolera algo mejor y se puede dar con más frecuencia, mientras que el ibuprofeno tiene la ventaja de que baja la inflamación que pueda tener el niño. En el lado malo del paracetamol está que a dosis altas puede afectar al hígado, y el ibuprofeno al estómago.

Si se usan medidas físicas, como los paños húmedos o el baño, es importante recordar que hay que hacerlo siempre con agua templada, nunca fría, pues si no el niño se encontrará mal y sentirá más escalofríos. El agua fría incluso puede producir el efecto contrario al buscado, pues el cerebro siente frío y trabajará para aumentar la temperatura del cuerpo. Es mejor siempre tener al niño poco abrigado y con la habitación bien ventilada, eso le aliviará mucho más que un baño con agua fría.

Recuerda que lo que nunca debes hacer es utilizar paños o compresas con alcohol, pues este se absorbe por la piel y puede resultar muy tóxico para un niño pequeño.

En todo caso, recuerda que un niño con fiebre siempre debe ser evaluado por un pediatra, mejor si es de forma periódica hasta la desaparición del cuadro que la origina. Y si tienes la menor duda de que tras la fiebre pueda haber un proceso más o menos grave, deberás consultar a un servicio de Urgencias.

2 comentarios:

Bruno Nievas dijo...

Me parece muy adecuado el tema.

Bruno Nievas dijo...

Prueba sobre los comentarios.