Lactancia artificial
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Lactancia artificial
Tranquila, si no puedes darle el pecho a tu hijo, simplemente no te sientas culpable. A veces, haciendo todo lo posible e incluso más, la naturaleza no permite que tu cuerpo responda a sus necesidades, pero esto no es culpa de nadie. En ese caso puedes utilizar cualquiera de las fórmulas de inicio que existen en el mercado.
Recuerda que no existe ninguna fórmula ideal y que además las fórmulas artificiales son más “rígidas” que la leche de madre, pues no pueden adaptarse a las circunstancias concretas del niño de la misma forma en que lo haría la leche materna. Puede que tengas que probar más de una marca hasta encontrar la que mejor le va a tu bebé. No desesperes y ten paciencia, lo normal es que la primera o segunda que uses le vaya fenomenal.
Uno de los aspectos más complicados es saber qué cantidad corresponde a tu hijo, y es que cada niño es diferente. Las cantidades orientativas de los envases suelen ser altas, así que tómalas con prudencia y adáptate a tu hijo de forma flexible: no siempre va a tomar la misma cantidad porque no siempre va a tener igual hambre. Una pequeña regla orientativa que puede ayudarte es que las tomas deben ser suficientes para permitirle aguantar entre tres y cuatro horas sin tomar. Pero ojo, que si tiene bocanadas de forma continua (son normales hasta una hora después de la toma, pero no más allá) entonces puede que le estés dando más cantidad de la que necesita. Si crees que la cantidad es adecuada y aún así regurgita constantemente, no dudes en consultar: si gana peso adecuadamente, probablemente no tendrá ningún problema.
Antes de empezar con la toma, recuerda que aquí el lavado de manos es tan fundamental o más que con la lactancia materna, pues tanto la leche en polvo como los biberones se pueden contaminar fácilmente por bacterias. Usa esterilizadores adecuados para biberones y guarda siempre todo bien seco y limpio. Y no guardes los biberones ya preparados porque es más fácil que se contaminen.
A la hora de preparar el biberón sí es importante matizar que cada cacito raso (y sin compactar, nunca lo hagas) se acompaña de 30cc de agua. Lo ideal es poner primero el agua en el biberón (normalmente agua mineral baja en sodio, recuerda que no se debe hervir) y luego echar los cacitos. Así nunca añadirás polvos ni sales de más, ya que esto es algo que puede ser peligroso para el niño. Otro aspecto importante es que uses el cacito que viene en cada envase, pues puede haber diferencias entre unos y otros.
Preparado el biberón y antes de darle la toma a tu bebé has de hacer un par de comprobaciones (que no eran necesarias con el pecho): cerciorarte de que la leche no está muy caliente (deja caer unas gotas de leche en el dorso de tu mano) y de que sale bien, pero no a chorro.
Durante la toma intenta evitar la ingesta de gases: procura que la tetina esté llena, que el niño tome despacio, que haga un descanso a mitad de toma y que eche bien los gases al terminar.
Tras la toma, no tengas prisa en acabar: juega con tu bebé y procura que expulse bien los gases. Así estarás aumentando el vínculo afectivo y previniendo la aparición de los cólicos del lactante.
Eso sí, recuerda un detalle: al iniciar la lactancia artificial, unos pocos recién nacidos pueden presentar cuadros de diarrea, vómitos e irritabilidad, junto a la posible presencia de una erupción cutánea. En estos casos debes consultar a tu pediatra para descartar la posibilidad de una alergia o una intolerancia a las proteínas de la leche de vaca, cuadros que normalmente suelen quitarse con el tiempo pero que obligan a sustituir la leche artifical por preparados específicos. A veces se diagnostican por una ganancia de peso escasa que coincide con la introducción de la lactancia artificial.
Lactancia artificial
Tranquila, si no puedes darle el pecho a tu hijo, simplemente no te sientas culpable. A veces, haciendo todo lo posible e incluso más, la naturaleza no permite que tu cuerpo responda a sus necesidades, pero esto no es culpa de nadie. En ese caso puedes utilizar cualquiera de las fórmulas de inicio que existen en el mercado.
Recuerda que no existe ninguna fórmula ideal y que además las fórmulas artificiales son más “rígidas” que la leche de madre, pues no pueden adaptarse a las circunstancias concretas del niño de la misma forma en que lo haría la leche materna. Puede que tengas que probar más de una marca hasta encontrar la que mejor le va a tu bebé. No desesperes y ten paciencia, lo normal es que la primera o segunda que uses le vaya fenomenal.
Uno de los aspectos más complicados es saber qué cantidad corresponde a tu hijo, y es que cada niño es diferente. Las cantidades orientativas de los envases suelen ser altas, así que tómalas con prudencia y adáptate a tu hijo de forma flexible: no siempre va a tomar la misma cantidad porque no siempre va a tener igual hambre. Una pequeña regla orientativa que puede ayudarte es que las tomas deben ser suficientes para permitirle aguantar entre tres y cuatro horas sin tomar. Pero ojo, que si tiene bocanadas de forma continua (son normales hasta una hora después de la toma, pero no más allá) entonces puede que le estés dando más cantidad de la que necesita. Si crees que la cantidad es adecuada y aún así regurgita constantemente, no dudes en consultar: si gana peso adecuadamente, probablemente no tendrá ningún problema.
Antes de empezar con la toma, recuerda que aquí el lavado de manos es tan fundamental o más que con la lactancia materna, pues tanto la leche en polvo como los biberones se pueden contaminar fácilmente por bacterias. Usa esterilizadores adecuados para biberones y guarda siempre todo bien seco y limpio. Y no guardes los biberones ya preparados porque es más fácil que se contaminen.
A la hora de preparar el biberón sí es importante matizar que cada cacito raso (y sin compactar, nunca lo hagas) se acompaña de 30cc de agua. Lo ideal es poner primero el agua en el biberón (normalmente agua mineral baja en sodio, recuerda que no se debe hervir) y luego echar los cacitos. Así nunca añadirás polvos ni sales de más, ya que esto es algo que puede ser peligroso para el niño. Otro aspecto importante es que uses el cacito que viene en cada envase, pues puede haber diferencias entre unos y otros.
Preparado el biberón y antes de darle la toma a tu bebé has de hacer un par de comprobaciones (que no eran necesarias con el pecho): cerciorarte de que la leche no está muy caliente (deja caer unas gotas de leche en el dorso de tu mano) y de que sale bien, pero no a chorro.
Durante la toma intenta evitar la ingesta de gases: procura que la tetina esté llena, que el niño tome despacio, que haga un descanso a mitad de toma y que eche bien los gases al terminar.
Tras la toma, no tengas prisa en acabar: juega con tu bebé y procura que expulse bien los gases. Así estarás aumentando el vínculo afectivo y previniendo la aparición de los cólicos del lactante.
Eso sí, recuerda un detalle: al iniciar la lactancia artificial, unos pocos recién nacidos pueden presentar cuadros de diarrea, vómitos e irritabilidad, junto a la posible presencia de una erupción cutánea. En estos casos debes consultar a tu pediatra para descartar la posibilidad de una alergia o una intolerancia a las proteínas de la leche de vaca, cuadros que normalmente suelen quitarse con el tiempo pero que obligan a sustituir la leche artifical por preparados específicos. A veces se diagnostican por una ganancia de peso escasa que coincide con la introducción de la lactancia artificial.
Etiquetas:
1.0. Recién Nacidos,
1.1. Lactantes,
2.1. Desarrollo y Niño Sano
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